
Un día tendrás que irte, pero que no sea ahora, un día ya no tendré lágrimas, ya las he derramado todas. Has sido mi ancla cuando nadie creía en mí, tu lo hiciste. Tenía 18 años, y me dijiste «tu puedes hacerlo». Me enseñaste a hacer tantas cosas, hiciste que mi vida tuviera valor.
Si, eres el mejor, nunca te has dado por vencido, siempre con tu seguridad, firmeza y estabilidad. Me has convencido de que no importa la edad, se puede, solo se tiene que querer. Pero, no te vayas aún, déjame disfrutarte un poco más, déjame sentarme a tu lado como siempre y ver tu barba crecer, tu cabello desordenado y que me preguntes: «nena, ¿estás bien?
Quiero quedarme con tu sonrisa, con tu amor, con tu empatía, con tu mirada, con tu abrazo, con tu «te quiero», mi hija. Déjame, sí, déjame amarte mas y mas hasta que ya no pueda con mi corazón. Mis recuerdos contigo han sido mi vida, tan ágil, tan dinámico, tan capaz, tan de casa. Tu hogar siempre ha sido lo primero. Te admiro, te respeto, eres un ejemplo a seguir.
Eres el mejor padre, el mejor esposo; aún con tus 92 años, quieres dar lo máximo de ti. Doy gracias a Dios por escogerme ser tu hija y tu mi padre. Te amo.
Deja una respuesta