La Barca

Vé a Jesús

Veo a Jesús haciendo el llamando a algunos pescadores que estando en su barca, no dudaron un momento para seguir al Maestro. Soltaron las redes al instante y le siguieron (Mateo 4.18-22) Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres». ¿Qué tenía El Maestro que con tan solo mirarle, la multitud le seguía?

De El emanaba poder, seguridad, y los discípulos lo sabían, hablaban como él, caminaban como él, algo grande ofrecía nuestro Señor. Juan, no podía desprenderse de ese amor, lo seguía y se recostaba sobre su hombre. ¡Que delicia! Si, aparte de sanar enfermos, libertar al cautivo, El murió para darnos salvación y vida eterna.

Era hermoso ver los milagros, sentirlo cerca, caminar a su lado, abrazarle sería lo mejor del mundo. Ellos tuvieron el privilegio de hacerlo, a veces le digo al Señor «¡¡hubiese querido nacer en esa época para verte, tocarte, abrazarte»!! Aún así, lo siento a cada instante, y tenemos ese maravilloso coloquio.

Si tú supieras cuanto te ama, si, así de tal manera que dio su vida por ti, porque conoce tu ser, lo que has pasado, aún cuando no has podido mas, y has deseado morir, allí El ha estado contigo, esperándote con los brazos abiertos para darte vida, y vida en abundancia. Todo sentimiento, se queda en eso: emociones, sensaciones que llegan, pero se van. Pero Él permanece para siempre. Búscale, sube a su barca, sé su discípulo.

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