
Nada satisface mas en la vida que estar ante la presencia de Dios. Entrar a sus atrios con acción de gracia y adorarle, jamás podemos sentirnos solos ni desvalidos. Cuántos milagros El Señor ha hecho en nuestras vidas y nos percatamos luego que ha sido El. Hoy quisiera estar en tus atrios, y adorarte como si estuviera sola contigo, mi Jesús. Hoy deseo escuchar tu palabra, porque tengo hambre y sed de ti. No hay nada en este mundo que pueda dar lo que tu das. No hay libros, no hay ciencia, ni estudios, ni sabios, tampoco meditaciones; ni sacrificios. «Me mostraras la senda de la vida, en tu presencia hay plenitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre» Salmos 16.11.
He visto ha Dios moverse en mi vida, ir a su presencia y el escucha, atiende cualquier súplica, y sentir su amor en su plena manifestación. Por eso, le digo, ¡quiero seguir en tu casa, Señor! Quiero ser como Juan, que no te soltaba, como la mujer samaritana que te reconoció y no pudo con tanto poder, se fue corriendo a decir que había encontrado al Mesías. Quiero estar más, y más pero mucho más cerca de ti. Te amo, Dios. Adoro tu nombre y lo haré mientras vivas.
Deja una respuesta